“Apoteósico”, así podríamos calificar la vuelta de las fiestas de prao tras dos años de pandemia.

Nunca habíamos visto tanta gente por los praos ni tantas fiestas.

El volumen de trabajo de todas las formaciones ha superado con creces las expectativas que tenían, porque no debemos de olvidar que el enero pasado estaban todos los eventos suspendidos y no se tenía claro como evolucionaría la pandemia aun.

Hemos echado de menos a varias formaciones veteranas por los praos y esperamos que en 2023 vuelvan a “Dar Guerra” a nuestro lado.

Por suerte todo cambió y podemos decir que nos hemos desquitado las ganas de bailar y volver a encontrarnos con los viejos amigos de las fiestas de prao.

Este año han sido más de 10.000 km, 130 formaciones de solistas a orquestas visitadas y 144 eventos en los que hemos estado presentes.  

Y siguiendo nuestra imparcialidad, seguimos yendo y viniendo donde queremos, sin avisar a nadie, llegando a pueblos sin cobertura, cruzando fronteras o pagando nuestras entradas. Una consigna que mantenemos desde el primer momento.

Hemos estado en un montón de locales, eventos y fiestas nuevas para nosotros. Nos hemos reencontrado con gente que hacía muchos años no veíamos y nos han tratado como de la familia, hemos conocido a muchas formaciones pequeñas y solistas que no ha encantado. Y aunque hemos visto «muchas sombras entre las luces», somos muy positivos y nos quedaremos  con lo bien que se lo ha pasado el público, con los reencuentros, con los nuevos amigos en el camino, con muchos apretones de manos y con varios “gracias por venir” que no tienen precio.

Después de tantos años, ya sabemos el público potencial de cada formación, pero eso nos es indiferente hacer 100 o 200 km y compartir en nuestro canal a gente que aún no conocíamos, hemos intentado abarcar al máximo posible formaciones que hacía tiempo teníamos pendientes, y a pesar de todo, nos has quedado muchas por visitar.

No se qué caminos nos deparará la próxima temporada, solo sé que si seguimos Dando Guerra será como hasta ahora. Tratando a todos los artistas con el mismo respeto y admiración por hacer de su trabajo una manera de hacernos ser un poco “más felices”.

Sigamos sumando entre todos, sin zancadillas, sin puyas o comentarios inmaduros, hirientes y que delatan más al que habla que al que se calla y no deja en buen lugar a ninguno de los dos.

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